jueves, 10 de diciembre de 2009

ESCRITORES ARIQUEÑOS SE LUCIERON EN EL 3ª FESTIVAL DEL LIBRO EN AREQUIPA





Una destacada participación cumplió la delegación artística y cultural ariqueña en la tercera versión del Festival del Libro en Arequipa, la que viajó con el apoyo del Consejo de Cultura y las Artes de Arica y Parinacota.  En la oportunidad se presentó en el  ballet folclórico de la municipalidada de Arica  mostrando bailes de la zona huasa y de arauco, siendo calurosamente aplaudidos por el publico asistente al evento.
Entre los escritores ariqueños que estuvieron en la ciudad blanca, Erna Aros, Bellamín Silva, Daniel Rojas Pachas, Gastón Herrera, Luis Seguel, Reinaldo Riveros y Rodrigo Rojas Terán. estando a acargo de la delegación, Raúl Calderón. Leyendo sus textos frente al publico, y mostrando sus obras en un stand que la organización del evento les facilito. A la vez se compartió con escritores de arequipa, poetas jóvenes y mayores, afirmando las relaciones artísticas y culturales entre uno y otra ciudad.

lunes, 16 de noviembre de 2009

ROBERTO BOLAÑO. ¿EL MEJOR DE TODOS?....



ROBERTO BOLAÑO: GENIO Y FIGURA




La leyenda del gran escritor



Por Héctor Pavon

Revista Ñ. 22 de septiembre 2007



Por momentos parece que el fervor de sus fans en toda América latina excede incluso los límites de una pasión. Roberto Bolaño, muerto a los 50 años, tiene todas las condiciones para ser considerado el gran escritor latinoamericano contemporáneo. ¿Pero lo es? Aquí, qué piensan Isabel Allende, Darío Jaramillo, Fernando Vallejo, Fogwill, Alberto Fuguet y 39 autores jóvenes reunidos hace poco en Colombia.





La palabra leyenda viene de legenda, que en latín significa "lo que debe ser leído". Hay consenso, un acuerdo de masas lectoras, un dogma, que sostiene que Roberto Bolaño es una leyenda y que debe ser leído.



También circula una certeza: Bolaño, el fallecido escritor chileno, multiplica sus lectores en forma permanente. Quienes lo leen se transforman en seguidores y suelen pasar al estadio de fans como si esa estrella a alcanzar fuera un Jim Morrison (muy escuchado por Bolaño). Y aunque sus restos hayan sido cremados y sus cenizas arrojadas al Mediterráneo, la procesión de sus fieles marcha constante y segura en busca de sus secretos, de nuevos poemas y cuentos como los que se publicaron recientemente. Van en busca de un Bolaño que tal vez no exista pero que se construye, destruye y reconstruye en sus miradas, lecturas y relecturas. Bolaño era chileno pero se reconocía como un autor latinoamericano. Hoy podría ser un escritor del mundo, su letra ya se tradujo al inglés y se vende de forma notoria en Estados Unidos, la meca de la venta literaria masiva; su voz y su imagen es reproducida al infinito en youtube.com; documentales, ensayos, tesis y monografías lo reviven en medios de comunicación y universidades. El fenómeno marcha.



"Con la muerte de Bolaño empieza una leyenda", dijo Enrique Vila Matas. Esa leyenda está viva. Repiquetea por el mundo entero. Pero sería más justo decir que recién comienza, que el efecto Bolaño está subiendo la curva y que todavía se lee por primera vez, todavía se está descubriendo. Su muerte temprana a los 50 años esperando un hígado fue el primer renglón de la construcción de un mito al que Bolaño contribuyó casi de forma directa. Murió el 14 de julio de 2003, en el hospital Valle de Hebrón de Barcelona. Pasó diez días en coma sufriendo por una complicación hepática mientras esperaba en vano un trasplante. Dejó textos terminados para su publicación y otros inconclusos. Estaba preocupado por el futuro económico de su mujer y sus hijos. Entre esos papeles quedaban cinco textos que por un acuerdo entre editor y familia dieron origen a la tremenda novela llamada 2666, en la que llevó al extremo su capacidad imaginativa y fabuladora en torno de un personaje que retoma la figura del escritor desaparecido, en este caso, Benno von Archimboldi y donde también se exhibe el horror del feminicidio de Ciudad Juárez, México, donde las mujeres suelen ser presa de caza. Gracias a la buena relación entre los familiares y el editor de Anagrama Jorge Herralde, este año llegaron a la Argentina los textos encontrados y reunidos en El secreto del mal y La universidad desconocida (Anagrama). También llegaron, caros pero imperdibles, ejemplares de poesía reeditados como Los perros románticos y Tres (Acantilado).



En El secreto... hay relatos aparentemente sin terminar, ensayos, referencias y algunas admiraciones sobre la literatura argentina y una mirada irónica sobre Evita y Perón puesta en boca de V. S. Naipaul. Allí denosta a Osvaldo Soriano, relativiza a Roberto Arlt y se rinde ante Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia, Osvaldo Lamborghini, César Aira, entre otros. Dice: "De estas tres líneas más vivas de la literatura argentina, los tres puntos de partida de la pesada, me temo que resultará vencedora aquella que representa con mayor fidelidad a la canalla sentimental, en palabras de Borges. La canalla sentimental, que ya no es la derecha (en gran medida porque la derecha se dedica a la publicidad y al disfrute de la cocaína y a planificar el hambre y los corralitos, y en materia literaria es analfabeta funcional o se conforma con recitar el Martín Fierro) sino la izquierda, y que lo que pide a sus intelectuales es soma, lo mismo, precisamente que pide a sus intelectuales, que recibe de sus amos. Soma, soma, soma Soriano, perdonáme, tuyo es el reino. Arlt y Piglia son punto y aparte. Digamos que es una relación sentimental y que lo mejor es dejarlos tranquilos. Ambos, Arlt sin la menor duda, son parte importante de la literatura argentina y latinoamericana y su destino es cabalgar solos por la pampa habitada por fantasmas. Allí sin embargo, no hay escuela posible. Corolario. Hay que releer a Borges otra vez".









viernes, 13 de noviembre de 2009

UN POEMA DE JOSE DONOSO

"Diario de invierno en Calaceite".
Del libro Poemas de un Novelista. José Donoso.





(fragmento)



El chillido raja la oscuridad.



Se lo traga,



se escurre calzada abajo



con la sangre aguada entre las piedras.



Fallece por fin en el cielo estrecho



junto a nuestros gritos de triunfo.



Manos hurgan las entrañas,



codiciosas de residuos:



dedos hábiles, brazos teñidos



arrancan rizomas, glándulas, tripas.



Los abuelos adormecidos se animan:



visten su papel como un traje



porque otra muerte les devuelve la vida.



Madres viscerales cortan, anudan, vierten,



hunden manos sabias para organizar



lo que la muerte prepara



para consumirlo.



La breve agonía define propósitos [fijos.



La muerte le da forma a todo,



como a los abanicos de piedra sobre



[las puertas



que desde tiempo inmemorial



dibujan la precisión del frío.



Nota: En el fragmento se describe el sacrificio de un cerdo.

miércoles, 21 de octubre de 2009

SOBRE CAMARÓN DE LA ISLA EN LOS ESCENARIOS FLAMENCOS...



EL CANTAOR SE ENFRENTA AL PUBLICO...


El público espera ansioso sin disimular un nerviosismo que se hace evidente cuando de tanto en tanto se elevan algunas voces al unísono, formando una suerte de cadencia que rebota contra las paredes. Es entonces cuando se producen los primeros cambios de luces que dejan asumir que todo está por comenzar. De pronto, los primeros acordes de la guitarra, anuncian que va a nacer en el aire, un cante por bulerías.



El cantaor delgado de estatura mediana, pelo largo y mirada tímida se acerca hacia el micrófono de pie; lo acomoda convenientemente a su altura al tiempo que carraspea como quien se aclara la garganta, y le hace una señal con sus ojos al joven guitarrista que tiene los ojos clavados en él, y se dirige hacia el público con tono hosco y tímido a la vez:



-Señores yo con un poquito de silencio me puedo concentrar un poquito mejor y me podéis escuchar mejor... ¿no? por bien de todos... si queréis ¿no? y luego otro carraspeo y el doblar de sus palmas.



Aunque sus palabras no logran que la gente haga silencio, él se muestra sosegado, casi ausente, quizá porque sabe que en contados segundos, se producirá un extraño milagro: apenas comience a cantar, cuando de su garganta surjan las primeras estrofas.



De pronto de un modo prodigioso e incontenible, desaparece todo punto de referencia: el escenario, las voces de la gente, la guitarra y las palmas. Su voz emite un quejido casi sobrehumano de raíces ancestrales que se va elevando y los asistentes se van quedando callados presa del encantamiento que se engendra desde el escenario. Y los sueños toman la forma de música y la música de duende, y todo es magia y sortilegio.

Se entiende, claro está, porque están escuchando al más grande de los hechiceros de la voz y el sentimiento: a don José Monje Cruz... Camarón de la Isla.



Carlos Palladino - Buenos Aires, Argentina

IRRISORIO





¿Qué se puede hacer ante un agonía que no es revelada desde el mismo sueño?
a qué llamamos urgencia para contestarle al delirio con esas palabras que matan los recuerdos,
si en mala hora nos llamamos humanos, què quedara registrado en nuestra memoria, de flexibles tormentos
y llagas que no se han callado de festivos delirios,  mi última salida me lo dará ese sueño,
que no me ciega de la última posiblidad, que  es  de caer antes de un despertar febril y obstinado....

martes, 20 de octubre de 2009

LEYENDO UN POEMA DE JORGE TEILLIER (1935-1996)

"EL POETA DE ESTE MUNDO ".




a René—Guy Cadou (1920-1951)


Poeta de nombre claro como un guijarro en medio de la corriente

reunías palabras que eran pedernales

de donde nace un fuego que no es olvidado.

René-Guy Cadou, amigo del tonelero, el cartero, el aduanero y

el contrabandista,

vivías en una aldea de seiscientos habitantes.

Allí eras profesor rural,

el peso del olor del jardín vecino sofocaba la sala de clases

como a la sala de clases donde tu padre había sido maestro.

Te gustaba hablar con la gente de cara parecida a ollas de greda.

caminar descalzo,

ver jugar a las cartas en la taberna.

En la noche a la luz de un fuego de espino

abrías un libro mientras Helena cosía

(“Helena como una gota de rocío en tu vaso”).

Tenías un poeta preferido para cada estación:

en otoño era Verlaine, la primavera te traía todas las rosas

de Ronsard,

el invierno llegaba con el chirriar del carruaje del Grand Meaulnes

y la estación violenta

el ruido de espadas entrechocándose en una posada de

Alejandro Dumas.

Tú nunca estabas solo,

te iluminaba el recuerdo de tu padre volviendo de caza en

el invierno

Y mientras tus amigos iban al Café,

a la Brasserie Lipp o al Deux Magots,

tú subías a tu cuarto

y te enfrentabas al Rostro radiante.



En la proa de tu barco

te asomabas a ver los caminos de tu país de hadas y pantanos,

caminos trazados como las líneas de un cuaderno de copia.

Tus palabras llegaban

como pájaros que saben que siempre hay una ventana abierta

al fin del mundo.

Y los poemas se encendían como girasoles

nacidos de tu corazón profundo y secreto,

rescatados de la nostalgia,

la única realidad.



Tú sabías que la poesía debe ser usual como el cielo

que nos desborda,

que no significa nada si no permite a los hombres acercarse

y conocerse.

La poesía debe ser una moneda cotidiana

y debe estar sobre todas las mesas

como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos

del domingo.

Sabías que las ciudades son accidentes que no prevalecerán frente

a los árboles,

que la poesía no se pregona en las plazas ni se va a vender a

los mercados a la moda,

que no se escribe con saliva, con bencina, con muecas,

ni el pobre humor de los que quieren llamar la atención

con bromas de payasos pretenciosos

y que de nada sirven

los grandes discursos tartamudos de los que no tienen nada

que decir.

La poesía

es un respirar en paz

para que los demás respiren,

un poema es un pan fresco,

un cesto de mimbre.

Un poema

debe ser leído por amigos desconocidos

en trenes que siempre se atrasan,

o bajo los castaños de las plazas aldeanas.



Pocos saben aquí lo que es un poema,

pocos han puesto su cara al viento en medio de un trigal;

pocos saben lo que es un poeta

y cómo debe morir un poeta.

Tú moriste en un cuarto en donde se congregaba toda

la primavera

mirando un cesto con manzanas.

“He visto morir a un príncipe”

dijo uno de tus amigos.



Y este Primero de Noviembre

cuando me rodean los muertos que siempre están conmigo

pienso en tu serena y ruda fe

que se puede comprender

como a una pequeña iglesia azul de pueblo

donde hay un párroco que no pide sino compartir su pan.

Tú hablabas con tu Dios

como al pobre hijo de un carpintero,

pues también sabías que se crucifica todos los días a un poeta

(Jesús tenía treinta y tres años,

Jean Arthur también era Cristo

crucificado a los treinta y siete).

Pero a ti no te importaba que te escupieran la cara o te olvidaran

porque como tú lo decías, nadie puede impedir a un pájaro que

cante en la más alta cima,

y el poeta derribado

es sólo el árbol rojo que señala el comienzo del bosque.

viernes, 16 de octubre de 2009

NARRACIÓN: SI HE DE VIVIR QUE SEA SIN TIMÓN Y EN EL DELIRIO...




"Para qué me preguntas.



Todos moriremos


Eso no me ayuda.


No, realmente no".


Gunnard Ekelof




Estuve esa noche en la estación Mapocho cuando Cristián Warnken entrevistó a Roberto Bolaño. Y esos versos de Mario Santiago me cambiaron la vida. El eco de esos versos se quedaron para siempre en mi memoria, el estremecimiento que tuve fue inmediato y quedé meditando mucho rato, hasta el punto de abstraerme completamente, mi concentración por lo que decía Bolaño se perdió por largos minutos, hasta que las risas del público, me enchufaron nuevamente en la entrevista.


De Bolaño conocía muy poco, pero el boom que provocó su novela Los Detectives Salvajes, me hizo viajar hasta Santiago a la feria del libro de 1998, teniendo noticias de que Bolaño iba a estar alli después de varios años sin retornar a Chile. Al terminar la entrevista , fui a conocer a Bolaño, estaba en unos de los pasillos con mucha gente, charlando y firmando sus libros. Como tenía algo de dinero, un día antes compré Los Detectives. Me acerque a intercambiar unas palabras con él. Le dije Don Roberto, me dijo, eh muchacho sácame el Don, que parecemos de la misma edad, soltó una sonrisa irónica, y me estrechó la mano, le dije si yo apenas tengo 20 años, me dijo es una buena edad para suicidarse, lo malo que suicidarse a los 20 años es una mierda y el espíritu queda como para irse por los desagues. Y soltó una carcajada más fuerte, y yo también. Le pregunté si los versos esos de Mario Santiago, retrataron su vida completamente. Me dijo, hombre claro, Mario fue un hombre errante que estuvo al filo de todo, con un pie afuera y otro adentro, lo que no me explico por qué murió tan joven, no lo merecía. Le dije la muerte nunca es merecida cuando se ha vivido sin timón y en el delirio, porque dentro de todo eso siempre hay una esperanza y una satisfacción de haber vivido como se quiso, con sus pros y sus contras. Me dijo, mira que reflexiones tienes y apenas con 20 años, no te suicides, me dijo, no te suicides. Se rió nuevamente, y le pedí si podría firmar mi libro, y con mucha vergüenza, le dije si podría darme su email, y me dijo en voz baja, mi email no te lo puedo dar, pero sí mi dirección en Blanes. Le dije, sería mucho mejor, y muchas gracias. Me despedí estrechando su mano, y dejando anotado su dirección en la primera página de Los Detectives. Desde ahí supe, que los versos de Mario Santiago, y la conversación con Bolaño me iban a cambiar la vida. Después de estar en Santiago algunos días hasta que terminará la feria del libro, retorné al norte al pueblo donde vivía. Ya en ese entonces escribía algunos poemas, muy sencillos y malísimos, y comencé a leer a Lautremont, a Verlaine, a Baudelaire, y sobretodo a Rimbaud, influenciado por Bolaño, al decir que ellos eran el camino de la poesía, que Rimbaud era el camino, y también atraído por ese extásis que se podría sentir al llevar una vida rebelde y bohemia, pero ese extásis nunca lo sentí, o nunca dejé que me quemará, a lo mucho sentí ese extásis cuando hacia el amor, pero ese extásis era distinto, era carnal, apasionado, fugaz e impuro cuando estaba con mi novia, puro y legítimo cuando estaba con una puta. En ese sentido fui una mierda y lo sigo siendo. Necesite de la poesía cuando estaba vacío y solo, necesite sexo para vacíar la poesía, y para las dos cosas necesité un cigarrillo. Siempre cuando escribía estaba fumando, después de tener sexo lo mismo. El cigarro me consumió, la poesía no, sólo me ayudo a cristalizar mis emociones de forma verbal, y para sentirme en la escritura de una manera verdadera, lo que en el día a día no se daba. Las cosas en mi familia comenzarón a empeorar, mis padres se peleaban todo el día, me criticaban por el poco dinero que aportaba a la casa, y por verme que tenía aficiones a la poesía, y que más encima me desempeñaba en un trabajo de mierda. Así que todo esto me hastío, y decidí irme a vivir solo, tomé un poco de ropa, unos libros y cuadernos para escribir, y me fui. Y esa acción me liberó de muchas cosas y lo pase mal, muy mal. Durante un par de días dormí en plazas, en la playa, en la calle, felizmente nunca me pasó nada, salí intacto de mi casa, y llegue intacto a la pensión donde estoy ahora. Vivo en cuarto muy pequeño, con un baño aún más pequeño, pero lo bueno que la pieza tiene una mesa donde poder escribir, y está arrumado de libros y objetos personales. Con mi familia no he tenido contacto alguno desde que salí de casa, y es mejor así, ya sabrán noticias mías. Llego cada día al cuarto después del trabajo por las tardes, y me quedo allí escribiendo y fumando hasta la madrugada, me alimento muy poco y me ha crecido barba. En las noches alucino, escribo el verdadero sufrimiento que siento, como si una voz me zumbará el cerebro, y siento personas rondando a mi lado, y trato de conversar con ellas, pero sus sombras permanecen inmóviles y pegadas al piso como un canto de espadas soberanas, y me rió y lloró al mismo tiempo y esas sombras me acompañan hasta la madrugada, cuando escribo o me masturbo, pero que carajos hago, me digo. Sé que el final está cerca, que la dimensión del Yo verdadero me aguarda y para estar allí, sólo me falta tomar la última decisión. Mi amigo Eusebio me ha dicho, que vendrán en estos días nuestros amigos poetas del extranjero, y que vamos a participar en actividades literarias. Le digo, que cuente conmigo para lo que sea. Y al despedirme le digo, sé que me queda muy poco tiempo, por las noches fumo bastante y siento dolores en el pecho y en los pulmones, deja de fumar entonces, hueón, deja de fumar, me dice, o quieres morir joven e irte por los desagues como una rata. No lo sé, mi destino va a ser el que yo elija, le digo, tomé la vida como un instrumento, y yo veré cuando deje de tocar ese instrumento, aunque su música haya sido una mierda.


De qué vale vivir tanto, y pasarla mal, hay que morir joven sin ataduras y sin cargos de consciencia. No lo sé, me dice, allá tú con tus estúpidas ideas de morirte joven. ¿Acaso no quieres ser poeta y ganarte un espacio? Sí lo he sido, le digo, anda hueón sólo has escrito unos cuantos putos poemas y te crees poeta. Sácate esas ideas de la cabeza, sácatelas, me dice. Y le respondó “si he de morir que sea con timón y en el delirio”, me dice, ya Ramón déjate de payasadas. Y llega el día en que los amigos poetas aparecen por el pueblo, los voy a saludar y a recibir, son un hombre y una mujer, son buenos escritores ambos, jóvenes, y muy trabajadores. En el grupo somos cuatro, Eusebio, los poetas y yo. Fuimos a beber a un bar para celebrar su llegada. Converso con la muchacha sobre poesía y sobre las actividades que vendrán, y mi celular suena, son como las nueve de la noche, contesto y me dicen muy fríamente que mi sobrino ha muerto en un atropello al salir de la escuelita. Se me cae el celular, la muchacha ve mi rostro de angustia, y me desmayo lentamente, y ella alcanza a tomarme en sus brazos, y mis ojos se apagan, y sólo alcanzo a escuchar su voz diciéndome “Ramón, Ramón...”. Y en el delirio se me aparecen imágenes inconexas y abstractas de mi infancia, del valle donde solía caminar y apreciar el atardecer, de la higuera cubierta de frutos donde iba a encaramarme, de la noche en que fumé mi primer cigarrillo y me desvirge con una puta ecuatoriana, y de imágenes cuando escribía mis poemas, y veía las sombras de mi cuarto que ahora sí me responden:”tu vida fue una verdad desconocida, tu poesía fue una verdad desconocida, y todo valió un carajo, no te recuperarás, pasarás a la dimensión que tanto deseaste y serás uno de nosotros, y escribiré tu último poema con tu sangre, y ese poema será tu única verdad definitiva, que respiras y dejas de respirar, por un camino que no fue el tuyo, por un demonio que te acompañó y que ahora en este cuarto te tiende la mano y te da las señales de tu próximo paso, las señales de un delirio sin salida, pero muy pleno y satisfactorio en tu amarga despedida. Y esa herida erecta en tu carne, te la dejó una muchacha compasiva y desconocida, que temió por su vida y por su poesía.


Ahora en algun rincón del infinito, veo mi lápida, con el último poema escrito con mi sangre, con los versos póstumos de un poeta póstumo “si he de vivir que sea sin timón y en el delirio”.


El cementerio está vacío, y las flores traídas desde la otra dimensión están marchitas, mis manos tiemblan junto a mi tumba, y no me reconozco en este sitio, una sombra llega a mi lado y se pone a llorar lágrimas de sangre, es mi sobrino que viene a verme por un última vez y regresamos al portal tomados de la mano.
 
Por Rodrigo Rojas Terán